Introducción Histórica
Los primeros vestigios de este pueblo se remontan a los albores de nuestra Era como testimonian los hallazgos arqueológicos realizados en el “Castro”. En este lugar aparecieron restos de enterramientos por inhumación y por incineración de épocas prerromana romana en los que se conservaban algunos objetos pertenecientes a ajuares funerarios, (fíbulas o broches para sujetar la ropa, un hacha de hierro...etc.).
En todo el valle del río Ornia o Guernia (Duerna) se asentaban grupos de Orníacos pertenecientes a los pueblos Astures.
En los inicios de la Reconquista estas tierras fueron repoblabas gracias al amparo de una fundación monacal Prebenebictina bajo la advocación de San Miguel Arcángel. Este monasterio fue fundado a principios del siglo X (entre los años 931-951) por el primer monarca leonés que recibió el apelativo de Imperator, Ramiro II (hijo del rey Ordoño II). El monarca dotó a San Miguel con las propiedades reales conquistadas a los moros a lo largo de la vega del Duerna.
La importancia que alcanzó este convento se aprecia en que durante años fue lugar de enterramiento para personajes notables como San Fortiz, obispo de Astorga ( 920-931), o el rey Ramiro III hijo de Sancho el Gordo y nieto del fundador del Convento Ramiro II.
El rey Ramiro III tuvo que soportar una rebelión que estalló contra él en Galicia capitaneada por su primo Vermudo, quien fue coronado rey de Galicia en el año 982 como Vermudo II (apodado El Gotoso).
Vermudo II presentó batalla al rey leonés en Portilla de Arenas en el año 983, con resultado poco favorable para ambos bandos. Tras la contienda Ramiro III se retiró al monasterio de Destriana. al amparo de su preceptor Rubesind, abad de San Miguel desde el año 970. Ramiro III falleció en el año 984 en plena juventud (apenas contaba con 24 años) y fue enterrado en el recinto monacal, probablemente en el sarcófago de mármol blanco que hoy hace las veces de «poyo» en la entrada de la iglesia de «El Salvador».
A mediados del siglo XII, el rey Fernando II, gran benefactor de las nuevas órdenes militares que colaboraban en las labores de reconquista y repoblación, donó la villa y su término, que llegaba por la vega abajo del Duerna hasta Villalís y Castrotierra con sus tierras labrantías a la Orden de Santiago bajo el Priorato de San Marcos. Esta orden de caballería ejerció durante siglos (hasta el s. XIX) un dominio señorial sobre estas tierras como puede advertirse por la magnificencia del blasón colocado en la «Casa de la Encomienda» construcción de trabajos sillares de los siglos XVII-XVIII, que la Orden tenía en Destriana y que aún hoy exhibe el relieve del león rampante diestra bajo la cruz de Santiago.
A lo largo de todo el cauce del río Duerna se removieron grandes cantidades de tierra para extraer oro que se encontraba en los depósitos aluviales. Tomando como referencia los datos que existen sobre la riqueza aurífera media por metro cúbico, aproximadamente se extrajeron como mínimo más de 1.500 kilos de oro.
Estas tierras conocieron cierta prosperidad económica bajo la administración del Priorato de San Marcos y el férreo control judicial de la Inquisición que exhibe su escudo de armas (cruz latina, espada y pluma) en un edificio de 1808, asentándose en su solar algunas casas mobiliarias que detentaban la propiedad de los fértiles terrenos como demuestran las casas blasonabas de los linajes San Julián, Flórez, Miranda, Osorio y Valcarce.